Riesgos para la salud
Desde 1998 Europa permite la siembra de un maíz transgénico de la multinacional Monsanto. Pero solamente España lo tolera a gran escala. Gobiernos menos progresistas (en teoría) como Francia o Alemania han prohibido su cultivo debido a los peligros del denominado MON 810. En estos años la sociedad civil ha denunciado los efectos sociales, ambientales y económicos del maíz transgénico. La alimentación y la agricultura se encuentran en una situación de indefensión total. Lejos de ejercer un contrapeso a la agresiva actitud de las grandes empresas, el Gobierno favorece sus intereses, en contra de la opinión mayoritaria de los ciudadanos.
Ayer, el presidente de la Comisión Europea y el Comisario de Sanidad, después de que en años anteriores la mayoría de los Estados de la UE se opusieran, tomaron la decisión de autorizar una patata transgénica de BASF sin debatirla en el Colegio de Comisarios, es decir, una vez más de forma antidemocrática. Si necesitan este tipo de estrategias, ¿son tan buenos estos diabólicos inventos? Esta patata presenta riesgos para la salud, como la posible anulación del efecto de determinados medicamentos para curar la tuberculosis. Acabará, queramos o no, en nuestros platos. Por mucho que nos digan que es exclusivamente para uso industrial.
Desde Greenpeace creemos que hoy ha cobrado aún más sentido sumarse a la manifestación por una agricultura y una alimentación libres de transgénicos que desde un amplio espectro de organizaciones se ha convocado para el 17 de abril en Madrid.
Juan Felipe Carrasco es responsable de transgénicos de Greenpeace.
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